De nuevo un relato de Eduardo Galeano:
Erasmo de Rotterdam dedicó a su amigo Tomás Moro el «Elogio de la locura».
En esa obra, la Locura hablaba en primera persona. Ella decía que no había alegría ni felicidad que no se debiera a sus favores, exhortaba a desarrugar el entrecejo, proponía la alianza de los niños y los viejos y se burlaba de»los arrogantes filósofos, los purpurados reyes, los sacerdotes piadosos, los pontífices tres veces santísimos y toda esa turba de dioses».
Este hombre molesto, irreverente, predicó la comunión del evangelio cristiano con la tradición pagana:
– San Sócrates, ruega por nosotros.
Sus insolencias fueron censuradas por la Inquisición, incluidas en el Índex católico y mal vistas por la nueva iglesia protestante.