¡Qué tiempos estos! Un tema parece absorber toda la realidad y, sin embargo, todos los demás siguen ahí, aunque no les prestemos atención; la estrategia de polarización social aspira a ser abrumadora y el bombardeo de datos desdibuja los rostros. La revolución se vende en porciones en los supermercados ideológicos y la distopía climática parece imparable. Una sensibilidad cultivada, un espíritu humanista, una personalidad bregada en el tejido de relaciones solidarias, ciertamente no encontrará acomodo fácil, puede desorientarse si pierde la mirada al horizonte o el cultivo de las raíces. Puede suceder. Ese es el objetivo último de los imperios mediáticos: Que dejemos de interesarnos por la realidad.
Sin embargo, el espíritu humano, no sólo arde en deseos que pueden ser fácilmente manipulables, también está borracho de misterio. Un misterio que conserva el potencial revolucionario de no dar el mundo establecido por supuesto. Hay una sed de verdad (Palabra maldita para los profetas de la impotencia), de fraternidad (Palabra olvidada por los revolucionarios de última ola) y hasta de inocencia (Palabra despreciada, afortunadamente, por los fabricantes de modas). Hay una sed infinita que resiste ante tanto imperio mediático. Hay una disidencia.
Una disidencia que se hace fuerte en la fragilidad, que profundiza en sus heridas, que mira de frente, que se equivoca, que por momentos se pierde, que se levanta y que cae y se vuelve a levantar, que establece alianzas con la mirada, que no se agota en los datos fríos de una biografía, … Una disidencia, solo reconocible si la vemos en perspectiva, una resistencia íntima que busca la respuesta a preguntas colectivas.
Dirección: Moisés Mato
Producción: Sala Metáforas
Actrices: Natalia Tapia, Garazi Ortega, Marta Barrio, J. Miguel Bautista
Cía. Zeroalaizquierda vive en los márgenes del teatro comercial, incluso de los márgenes del teatro alternativo. Desde hace 28 años reúne personas formadas en el Teatro de la Escucha que generan dispositivos teatrales que no aspiran a ser espejo de la realidad, sino más bien una ventana o una puerta que nos permita ver más allá. Aspiramos a un teatro capaz de generar experiencias fundantes en los que lo protagonizan y experiencias reveladoras en los que eventualmente asisten a los espectáculos. Nuestras obras (Ya van más de 30 montajes) son efímeras, periféricas, no comerciales. A su manera son escalones que nos permiten seguir adelante, vivir un oasis de utopía o posibilitar un diálogo sin defensas. Entendemos que una obra de teatro, en el fondo, no está hecha para ser mirada sino para sentirnos mirados por ella